comics , internacionales Miércoles, 5 septiembre 2007

La aparición de El Eternauta y la desaparición de Oesterheld

eleternautair3b.JPG

Aclaremos algo del saque: no haber leido a H.G. Oesterheld es más o menos como no haber leido a Cortázar, así de clave es el hombre. Tan clave que todos los 4 de setiembre se conmemora el Día de la Historieta Argentina, en homenaje a la fecha de aparición de la primera versión de El Eternauta, su obra cumbre, que este año celebró su quincuagésimo aniversario.

Para picarles el diente, la premisa de mi versión favorita, la dibujada por Breccia en 1969: los extraterrestres invaden la Tierra y las grandes potencias (EEUU y URSS), para salvarse, entregan Sudamérica a los invasores. En Buenos Aires, nadie sabe de las negociaciones hasta que empieza a nevar, una nevada mortal que aniquila todo lo que toca. Los alienígenas establecen su base de operaciones en el Estadio del River Plate y…

Y así y todo, el escenario es sólo parte de la genialidad de El Eternauta. Mejor léanlo ustedes. La versión con Breccia -la más comprometida políticamente- es un clásico de nuestras Ferias del Libro, en la edición naranja de Enedé, así que cómprenla nomás (una lástima los precios prohibitivos, en Buenos Aires cuesta el equivalente a 30 soles, la tercera parte de lo que vale aquí).

Lo que no sabía o no recordaba es que este año también se cumplieron 30 años de la desparición de Oesterheld. Aquí, el testimonio de alguien que lo vio en uno de los centros clandestinos de detención de la dictadura argentina:

«Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. […] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del ’77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso». Eduardo Arias (fragmento)[12]

Hace tiempo tengo este poster guardado por ahí, pero creo que llegó la hora de colgarlo.

aficheoesterheld.jpg

Pero, vamos, todos sabemos dónde está: navegando en la Eternidad.