comics Viernes, 20 noviembre 2015

«Señorita Laura»: Por qué la Laura del cómic no me cae tan mal

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).

0 Debutante
Marco Sifuentes
ya explicó mejor que nadie todo el proceso de creación de esta alianza entre novela gráfica y reportaje periodístico.

Ahora me toca explicar a mí algunos detalles desde la perspectiva de mi rueda del triciclo creativo: Marco aportó la historia detallada y verificada por los numerosos testimonios (la historia real del personaje, por así decirlo) e incluso el rico argumento contenedor de esa historia; yo aporté cierto enfoque satírico, la invención de chistes visuales mayormente y la traslación de esa historia literaria a un lenguaje historietístico; Ricardo Montes fue el dibujante de todo eso, que no es poco, con la impagable colaboración de Gino Palomino en la mayor parte del entintado.

1

Se abre el telón…

No me interesa la realidad

Soy una persona profundamente desconfiada y no creo en el periodismo: es decir, no creo en el periodismo como reflejo de la realidad; íntimamente (obviamente desde un punto de vista filosófico y no factual) sí creo que es una gran fuente de ficción: los noticiarios, los diarios, los documentales, las crónicas de no-ficción, me parecen de hecho las mayores fuentes de ficción que existen, porque esgrimen la coartada de la veracidad para proyectar la visión subjetiva de quien en última instancia también es un creador. Desde el momento en que alguien relata está inventando. Tomados así, esos subgéneros creativos me fascinan.

No conocía demasiado del “personaje real” de Laura Bozzo, aunque sabía perfectamente quién era. Cuando Marco me propuso que explicáramos la vida de Laura en cómic, me pareció una excelente idea, porque Laura ya es en sí misma un personaje de ficción: un personaje de mentira construido por su yo real, imagino, y por el imaginario colectivo, seguro.

Marco es mi amigo desde hace años y, como compartimos una misma pasión por cómics y películas, teníamos ganas de escribir algo juntos, así que la suya me pareció una propuesta idónea. Mi única condición en verdad fue no tener que adentrarme nunca en recabar la documentación directa del mundo que habitó/habita Laura: puedo ser un firme partidario del derecho a la existencia de la TV basura mientras no atente contra los derechos fundamentales de las personas, pero eso no significa que me apetezca consumir según qué basura ni meterme en según qué cloacas. No soporto ver autohumillarse a nadie frente a una cámara de TV, así que le rogué a Marco que toda la información documental me la diera mascadita en el texto junto a los videos o capturas visuales pertinentes, pero que por favor no me hiciera tragarme mil programas de Laura, sino que él lo filtrara todo en la medida de lo posible. Marco me facilitó la labor completamente, por descontado. Empero, cuando quise redondear algún gag, rebusqué en varios programas (no sólo los de Laura, también en los que Jaime Bayly le dedicó…). Hasta tuve que pasar por la tortura de escuchar atentamente varias canciones de Cristian Suárez para sacarle partido a sus letras. ¡No fue trabajo fácil!

2 Los presidentes

Ligar el argumento a la actualidad, a ser posible haciendo reír: ésa fue una de mis tareas en «Señorita Laura».

Pero si me embarqué sin problemas en el proyecto que Marco me planteó, fue porque por encima de todo presentaba un atractivo y reto fundamentales: la posibilidad de ejercer de médium entre el mundo del periodismo y el del cómic. Yo sería un “traductor” de una crónica periodística a una sátira historietística. Era un bocado imposible de rechazar. De hecho, era un proyecto tan atractivo que Editorial Planeta lo acogió al toque sin dudarlo.

Pero ahora quedaba lo más complicado: encontrar la pieza fundamental del triciclo… el dibujante.

3 Boda

A ser posible, cada chiste debe reflejar la personalidad pública del personaje parodiado…

Mi mayor orgullo

En todos sitios hay muchos buenos dibujantes, pero no necesariamente buenos dibujantes que además sean también buenos narrando cómic. Sinceramente, cuando Marco y yo nos pusimos a elaborar una lista, no se barajaron tantos nombres…

Obviamente, el de Ricardo Montes salió a colación enseguida. Yo acababa de trabajar con él en la serie de cómic infantil-juvenil Grumete Grau para el productor Rodrigo Quijandría, y confiaba en grado sumo en su capacidad de adaptación.

Pero a Ricardo le lastraban dos problemas básicos: no tenía un NOMBRE en el mercado, cosa que podía ser un problema con la editorial; y en realidad, su única experiencia efectiva como dibujante de cómic había sido Grumete Grau. Es decir, reclutarlo para Señorita Laura suponía un gran riesgo, porque más allá de ese estilo entre manga e infantil del que ya había hecho gala, Ricardo no había tenido mayor fogueo en el campo de la historieta: él procedía de la animación, y de hecho nunca le había atraído dibujar cómic hasta que las circunstancias hicieron que nuestras vidas profesionales se cruzaran.

Esas reticencias las entenderán todos los dibujantes a los que de frente se les ofrece un proyecto así: sí, de entrada resulta muy suculento… ¡pero no es tan fácil dibujar 120 páginas en un período tan limitado de tiempo! Sin embargo, yo no veía ninguna otra opción válida… Así que aprovechándome de la bonhomía y sentido de la voluntad que tiene Ricardo, le propuse realizar una prueba de dibujo de cuatro páginas: él aceptó, por lo que Marco y yo le confeccionamos el guion. La prueba salió tan a pedir de boca que las cuatro páginas están incluidas en la obra final, no hizo falta ni siquiera repetirlas.

Después de casi un año de trabajo en el libro, tras supervisar la evolución gráfica y comprobar asombrado cómo Ricardo mejoró su propio estilo (¡incluso aprendió a ser un entintador de primera durante el proceso!), y sobre todo tras el trauma que nos causó a todos su grave enfermedad y el ser testigos de cómo siguió dibujando sin rendirse en ningún momento pese a su extrema debilidad física, sólo puedo decir que lo que más orgullo me causa de este proyecto es haber confiado su dibujo a Ricardo Montes.

Su disciplina, humildad y capacidad de sobrellevar el sufrimiento sin queja alguna lo hacen no sólo un artista con todo el futuro por delante, sino uno de los mejores seres humanos que he conocido jamás.

6 Pinchi Pinchi

La metáfora es la herramienta del artista: ¿cómo simbolizar el enfrentamiento judicial entre Laura y Matilde Pinchi Pinchi de modo efectivo y sin que pese la abundancia de diálogo? Inventando un duelo a ping pong.

Trucos de puta vieja

Transcribir el guion de Marco a un guion de cómic fue un extraordinario ejercicio que me obligó a sacar a relucir todos los recursos de guionista veterano.

Marco siempre me pide (a él le fascinan esos detalles) que cuente cómo a veces tenía que contradecirlo, porque me exigía situaciones imposibles de plasmar en una sola viñeta: que un personaje realizara dos o tres acciones correlativas o algún movimiento que no hay manera de indicar mediante un solo dibujo. Una viñeta no incluye movimiento, se sugiere. Para poner un ejemplo: yo puedo querer indicar que un personaje abre una puerta para salir de un cuarto, pero si lo dibujo así LITERALMENTE, al carecer la viñeta de movimiento, el lector no sabrá si ese persona está abriendo o cerrando la puerta, o tal vez ni siquiera sabrá si pretende salir del cuarto: para indicarlo claramente, la opción más sencilla será dibujar simplemente la puerta abierta y un pie asomando al interior desde el umbral, sobresaliendo del cuerpo que YA ha salido del cuarto y no vemos.

Otro ejemplo: si yo dibujo unas manos desatando los nudos de otras manos amarradas a la espalda de un personaje, necesitaré una viñeta adicional para añadir el momento en que esas manos se liberan… Pero si hago que esas manos se separen libres con las manos liberadoras agarrando todavía la cuerda suelta, sólo necesitaré una viñeta. Me ahorraré una segunda viñeta innecesaria.

Seguramente me cuesta menos narrarlo en el propio lenguaje de cómic que explicarlo aquí, porque esos trucos funcionan mediante el propio instinto que proporciona la experiencia, no siempre se racionalizan. Pero básicamente ésa fue mi labor en cuanto al lenguaje: convertir la trepidante narración de sucesos de Marco en una narración disfrutable en viñetas.

También trufé la crónica de chistes visuales y verbales, jugando a la parodia, y traté de crear muchísimas imágenes originales que trascendieran la retina del lector. Así, una de mis imágenes favoritas es la de Laura bailando con Montesinos para una de las portadillas de la obra, en reminiscencia de su encuentro durante la demostración de poder militar personalizada en la réplica de la residencia del embajador japonés: pensé que sería muy divertido que fuese ELLA quien lo condujese a él en el baile y él se dejara mecer cual groupie fascinada, poniendo de relieve la fuerte personalidad de Laura. La imagen funciona de maravilla gracias a la magnífica intuición y talento de Ricardo, pese a que todos sabemos que era Laura la deslumbrada por el despliegue orquestado por el número 2 (¿o era el 1?) de la dictadura fujimorista.

5 Montesinos

Otra muestra del talentazo de Ricardo Montes.

El tono general fue humorístico y satírico: solamente en momentos especialmente graves de la historia referenciada me sentí mal y elegí cambiar ciento ochenta grados el registro escogido. Así ocurrió cuando nos tocó mencionar la muerte por atropello de la niña Andreíta. En ese punto me detuve y reflexioné bien antes de dar un solo paso creativo: mi límite siempre será la muerte de un ser inocente y quería que nuestro punto de vista estuviese a la altura del drama ocurrido. Si leen el resultado, observarán un cambio absoluto de estilo: en todo momento tratamos de que nuestra aproximación a ese suceso fuese realista, humilde y respetuosa sin mácula para con la memoria de esa pobre criatura. Creo que lo logramos. Aun hoy sigue siendo el episodio incluido que más insoportable se me hace repasar, pero que al mismo tiempo me genera mayor satisfacción por la sensibilidad con que intentamos abordarlo.

4 Andreíta

Una secuencia de la que estoy particularmente orgulloso: el dolor y la alienación de una madre ante la torpeza, incompetencia e incomprensión de un entorno frente al accidente que costó la vida a su hija.

Una Laura con pocas luces y muchas sombras

Obviamente, Laura Bozzo es un personaje muy controvertido (o controversial.)

Yo no siento demasiada simpatía por ese personaje (y siempre hablo del personaje reflejado en los medios), pero al reflejarlo a su vez en nuestro libro, hemos tratado de ser muy objetivos y de volcar también las partes positivas que pueden distinguirse en ella. Ésa es la paradoja de la sátira y el humor: permite humanizar más a un personaje que la mera y fría enumeración de sus vivencias.

Cristian

La relación Laura-Cristian marca un momento más relajado donde campa el humor blanco.

En ese sentido, creo que hemos marcado una raya muy clara sobre su intimidad que jamás nos permitimos cruzar: sus padres, sus hijas o su relación íntima con Cristian Suárez. Como personas progresistas, jamás vamos a ridiculizar o ni siquiera a sacarle punta a la diferencia de edad de esta pareja, que me parece uno de los puntos de redención de la naturaleza pública de ambos. Asimismo, tampoco parodiamos el amor sincero que Laura siente y sintió por sus padres. Cada vez que tocamos su relación familiar, lo hemos hecho con la consideración que se merecen tales lazos emocionales.

Por lo demás, la Laura de Señorita Laura comete los mismos errores, torpezas, presuntos abusos y desatinos morales que la real, pero en el caso de esta Laura de historieta, además nos hace reír mucho más.

Eso la convierte en una Laura más simpática y linda.

Al menos a mis ojos.

Portada

Señorita Laura: ya a la venta en kioscos y librerías del Perú. (Todos los dibujos incluidos aquí son obra de Ricardo Montes, con asistencia en el entintado de Gino Palomino.)

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).